
En el corazón de la bulliciosa capital egipcia, sobre la histórica Plaza Tahrir, se alza un edificio neoclásico de color rojizo que guarda entre sus muros la colección más extraordinaria de antigüedades faraónicas del mundo: el Museo Egipcio de El Cairo. Esta institución centenaria, inaugurada en 1902 bajo el diseño del arquitecto francés Marcel Dourgnon, representa el museo arqueológico más antiguo de Oriente Medio y constituye una parada obligatoria para cualquier viajero que desee comprender la magnificencia de la civilización del antiguo Egipto.
Antes incluso de cruzar sus puertas, el Museo Egipcio impresiona con su arquitectura imponente. Su fachada rojiza, adornada con majestuosas columnas que recuerdan los templos antiguos, crea una transición visual perfecta entre el Egipto moderno y el mundo de los faraones. La entrada principal está decorada con inscripciones jeroglíficas auténticas y motivos faraónicos que inmediatamente transportan al visitante a través de los milenios, preparándolo para el extraordinario viaje histórico que está a punto de emprender.
Con más de 170,000 artefactos distribuidos en sus salas, el museo ofrece un recorrido cronológico exhaustivo que abarca desde la era predinástica hasta el período greco-romano. Esta colección incomparable incluye piezas de valor incalculable que han revolucionado nuestra comprensión de la civilización egipcia. Entre sus tesoros más célebres destaca la legendaria máscara funeraria de Tutankamón, elaborada en oro macizo de 24 quilates y embellecida con lapislázuli, turquesas y otras piedras semipreciosas, junto con el sarcófago del joven faraón que pesa aproximadamente 110 kilogramos de oro puro.
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La visita al museo comienza de manera espectacular con las monumentales estatuas de Amenhotep III y su esposa Tiyi, que dominan la sala central con sus impresionantes 36 metros de altura. Descubiertas fragmentadas por el egiptólogo Auguste Mariette en 1839, estas figuras representan a una de las parejas reales más poderosas de la dinastía XVIII. El faraón luce el tradicional tocado nemes, símbolo de la realeza, mientras que la reina Tiyi porta una elaborada peluca ceremonial. Acompañando a los monarcas, se encuentran representaciones en menor escala de sus tres hijas: Henuttaneb, Nebetah y otra princesa cuyo nombre se ha perdido en el tiempo, testimoniando la importancia del linaje dinástico en la cultura egipcia.
Las estatuas sedentes de Rahotep y su esposa Nofret constituyen verdaderas joyas artísticas del período de transición entre la Tercera y Cuarta Dinastía. Estas esculturas demuestran magistralmente los estrictos cánones estéticos que gobernaban el arte egipcio antiguo. Rahotep, hijo del faraón Snofru y hermano del constructor de la Gran Pirámide Keops, aparece pintado en tonos rojizo-marrones, característicos de la representación masculina asociada con actividades al aire libre.
Nofret, por contraste, se presenta en color amarillo pálido, el tono convencional para las mujeres de la aristocracia. El detalle más sorprendente de estas estatuas reside en sus ojos: elaborados mediante cristal de roca y calcita con contornos de cobre, estos elementos confieren a las figuras un realismo inquietante que parece desafiar el paso de cuatro milenios y medio.
Este conjunto escultórico excepcional, datado a mediados del tercer milenio a.C. durante la Dinastía IV, representa al faraón Micerinos flanqueado por la diosa Hathor y la divinidad protectora del nomo de Cinópolis. Tallado en diorita, un mineral oscuro extremadamente difícil de trabajar, el grupo transmite la rigidez y frontalidad características del arte del Reino Antiguo. La composición simboliza la protección divina del faraón y garantiza su sustento en el Más Allá, reflejando la compleja teología egipcia sobre la vida después de la muerte.
La estatua sedente del faraón Kefrén representa una de las cumbres del arte escultórico egipcio. Tallada en brillante diorita negra, esta obra maestra muestra al cuarto faraón de la dinastía IV sentado en su trono real, mirando hacia la eternidad con expresión hierática que simboliza su autoridad inmutable. Sus manos reposan ceremoniosamente sobre las piernas: la derecha en forma de puño sostiene un rollo, emblema de estatus; la izquierda permanece abierta en gesto de recepción. El trono está decorado con cuerpos estilizados de leonas y el símbolo del sema-tauy, representación de la unificación de las dos tierras de Egipto.
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Considerada por muchos historiadores como el primer documento histórico de la humanidad, la Paleta de Narmer es una placa de esquisto descubierta en 1898 en el templo de Horus en Hieracómpolis. Esta pieza excepcional narra mediante relieves la unificación histórica del Alto y Bajo Egipto bajo el reinado de Narmer (también conocido como Menes), marcando el nacimiento del estado egipcio unificado alrededor del 3100 a.C.
Los relieves muestran a Narmer portando alternadamente las coronas del Alto y Bajo Egipto, simbolizando su dominio sobre ambos territorios. Las escenas talladas representan sus victorias militares y la consolidación de su poder, inaugurando la primera dinastía y estableciendo las bases de una civilización que perduraría más de tres mil años.
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El Museo Egipcio de El Cairo mantiene un horario variable según los días:
Se recomienda llegar temprano para evitar las multitudes y disfrutar de una experiencia más tranquila.
Con la próxima apertura completa del Gran Museo Egipcio (GEM) cerca de las pirámides de Giza, que promete convertirse en el museo arqueológico más grande del mundo, parte de la colección será trasladada a estas nuevas instalaciones ultramodernas. Sin embargo, el histórico Museo Egipcio de El Cairo continuará siendo un destino imprescindible, manteniendo su carácter único como testigo centenario de la pasión mundial por el antiguo Egipto y preservando piezas fundamentales de esta civilización extraordinaria.
Visitar el Museo Egipcio de El Cairo trasciende el simple acto de observar antigüedades; representa un encuentro personal con una de las civilizaciones más fascinantes de la historia humana. Cada vitrina, cada estatua, cada fragmento de papiro cuenta historias de reyes divinos, creencias sobrenaturales, logros tecnológicos y aspiraciones humanas que resuenan incluso hoy, miles de años después. Para cualquier amante de la historia, la arqueología o simplemente del conocimiento humano, este museo constituye una experiencia transformadora que conecta nuestro presente con un pasado glorioso que continúa inspirando asombro y admiración.
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El Museo Egipcio se encuentra en la Plaza Tahrir (Midan Tahrir), en el centro de El Cairo, capital de Egipto. Esta ubicación céntrica lo hace fácilmente accesible desde la mayoría de los hoteles de la ciudad mediante taxi, metro (Estación Sadat) o transporte privado.
El precio de entrada general para visitantes extranjeros es de aproximadamente 200 libras egipcias (alrededor de 6-7 USD). El acceso a la Sala de las Momias Reales tiene un costo adicional de 150 libras egipcias. Estudiantes con credencial internacional válida pueden obtener descuentos del 50%. Se recomienda verificar los precios actualizados antes de la visita.
Para una visita completa y detallada, se recomienda dedicar entre 3 y 4 horas. Si dispones de tiempo limitado, una visita express centrada en las piezas principales (tesoros de Tutankamón, estatuas monumentales, momias) puede realizarse en 2 horas. Los verdaderos apasionados de la egiptología pueden fácilmente pasar un día completo explorando las colecciones.
El mejor momento es a primera hora de la mañana, cuando el museo abre sus puertas (9:00 a.m.), para evitar las multitudes de grupos turísticos que generalmente llegan entre las 10:00 y las 14:00 horas. Los jueves y domingos, con horario extendido hasta las 21:00 horas, ofrecen la oportunidad de visitar el museo por la tarde con menos visitantes.
Sí, se permite tomar fotografías en la mayoría de las áreas del museo, pero está estrictamente prohibido usar flash, ya que puede dañar los antiguos artefactos. Algunos espacios específicos, como la Sala de las Momias Reales, tienen restricciones fotográficas totales. El uso de equipo profesional o trípodes requiere permisos especiales.
Las piezas absolutamente imprescindibles incluyen: la máscara funeraria de Tutankamón, el sarcófago de oro del mismo faraón, las estatuas colosales de Amenhotep III y Tiyi, la Paleta de Narmer, la estatua sedente de Kefrén, las estatuas de Rahotep y Nofret, la Tríada de Micerinos, y la Sala de las Momias Reales (con cargo adicional).
Sí, el museo ofrece guías oficiales que pueden contratarse en la entrada. También existen numerosas opciones de tours organizados que incluyen guías especializados en egiptología. Se recomienda encarecidamente contratar un guía para aprovechar al máximo la visita, ya que las explicaciones contextuales enriquecen enormemente la experiencia.
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